Esta
palabra inglesa fue incorporada al Diccionario de la Lengua Española en
1927, pero sólo aparece escrita con tilde desde 1989. En todo caso, se
trata de un anglicismo innecesario, pues en castellano contamos con
‘emparedado’ y con ‘bocadillo’, pero el uso acabó por imponerlo.
Se
dice que John Montagu (1718-1792), el cuarto conde de Sandwich, era tan
adicto a los juegos de cartas que, para no distraer tiempo en
alimentarse, llevaba consigo, en una maleta, una tajada de carne fría
entre dos rebanadas. La idea no tenía nada de original ni de brillante,
pero el solo hecho de haber sido adoptada por un conde le dio una fama
que nunca había tenido. En 1762, el historiador británico Edward Gibbon
declaró en su diario haber visto a «20 o 30 de los mejores hombres del
reino, que cenaban en pequeñas mesas un pedazo de carne fría o un
sandwich".
Es un ejemplo de "epónimo": es decir, se ha utilizado el nombre del "inventor" para designar lo que ha creado o descubierto.
Llega al castellano a través del latín, pero procede del griego
PYROPÓS, que significaba 'con aspecto de fuego'. "Piropo" hacía referencia a una piedra fina de color rojo intenso y también a una aleación de oro y cobre. En el siglo XVII, tanto Calderón como Quevedo la usaron como metáfora para
aludir a las palabras bonitas que un hombre dirige a una mujer y con
este significado pasó al diccionario en 1843. Después, el verbo
"piropear" fue admitido en 1925.
Otra curiosidad es que la raíz "pyr-" de la palabra griega está "genéticamente" emparentada con el término inglés "fire" ('fuego' en los dos casos).