Procede del latín "mur caeculu", que
significa 'ratón cieguito'. De todas formas, esta palabra presenta varias
anomalías etimológicas. De hecho, lo esperado sería "murciégalo",
pero se produce una metátesis (intercambio de sonidos) y al final resulta "murciélago".
¡Lo feo que es el bichillo y lo bonita que es la palabra!
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